Y Caleb dijo…
“Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día…”
(Jos 14:12 RV1960-T)
Jos 14:7-12 RV1960-T
(7) Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés siervo de Jehová me envió de Cades-barnea a reconocer la tierra; y yo le traje noticias como lo sentía en mi corazón.
(8) Y mis hermanos, los que habían subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios.
(9) Entonces Moisés juró diciendo: Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios.
(10) Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años.
(11) Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar.
(12) Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho.
¡Qué ejemplo tremendo el de Caleb!
A los 40 años, en “la plenitud de sus días”, le tocó vivir una experiencia increíble, entrar con el grupo de avanzada a recorrer la tierra prometida.
Aquel lugar prometido por Dios a sus antepasados, ese lugar soñado y anhelado, después de vivir, como todos sus contemporáneos, bajo la esclavitud en Egipto, ahora tenía el tremendo privilegio de “pisar con sus pies la tierra prometida”.
Tiene que haber sido una experiencia “inolvidable”. Y él junto con Josué ya empezaban a hacer planes para entrar y conquistar, pero la historia iba a ser un poco distinta…
40 años más de esperar, recorriendo el desierto, y 5 más hasta encontrarse en el mismo lugar… y no era por falta de preparación, o falta de fe, o falta de nada…
¡El “contexto” en el que estaba tenía que cambiar!
Es extraordinario, que en el momento de tomar la tierra, el no critica “el contexto”, no se queja de “las circunstancias”, no culpa a “los demás”, que bien lo podría haber hecho y con justa causa.
El solo trae a memoria esa palabra que Dios le dio, a través de Moisés, esa palabra es la que lo mantuvo en pie todos esos años. Se la recuerda a Josué, su compañero de lucha y reclama su monte.
Y no solo eso, sino que él mismo lo va a tomar. Con sus 85 años, Dios lo mantenía sano, fuerte y esperanzado. No había bajado los brazos, no había desistido en el propósito, no se quedó mirando a su alrededor, se mantuvo en pie viendo la promesa de Dios sobre su vida. Y alcanzó la meta.
Tomó su tierra y la dejó en herencia a sus hijos.
Dios fue fiel, pero Caleb también fue fiel. No nos desanimemos si pasaron “semanas” o “meses” y no vemos cumplido el sueño de Dios en nuestra vida.
No nos culpemos, sin causa, a veces hay circunstancias ajenas a nosotros que se tiene que alinear para que se cumpla su propósito.
No culpemos a los demás, veamos cual es la parte que nos toca a nosotros, y perseveremos en ello.
Sin duda un día, como Caleb, podremos decir, Señor “Dame este monte, que me prometiste aquel día…”
¿Amen?
Abrazo
Carlos Rodriguez
Gracias por estar